Salud emocional en la infancia.
Una de las principales preocupaciones de los padres hoy en día es la educación de sus hijos, pero en muchas ocasiones se olvidan de un aspecto imprescindible para el óptimo desarrollo del niño, la educación emocional.
Dar educación emocional, es enseñarle a enfrentarse a los problemas que se presentan a lo largo de su vida de una manera adecuada. Lo que va a tener beneficios es su infancia y en la edad adulta, adquiriendo herramientas imprescindibles para vivir en sociedad. En los primeros años de vida, los niños poseen una importante plasticidad cerebral, por lo que es en esta etapa donde el aprendizaje es especialmente importante.
La inteligencia emocional consiste en disponer de habilidades que nos sirven para reconocer nuestras emociones y gestionarlas adecuadamente. Una persona con inteligencia emocional tiene confianza en sus propias capacidades y mantiene relaciones satisfactorias con los demás. Tiene una autoestima alta, se siente motivado a afrontar desafíos y tiene recursos suficientes para solucionar conflictos.
Enseñar a los niños a reconocer y gestionar emociones, les permite incrementar la percepción de control, lo que es fundamental para un adecuado desarrollo de su autoestima y auto concepto. El compartir las emociones con los demás es fundamental para el desarrollo social de nuestros hijos. Para un niño el tener amigos es hacerle sentir parte de un grupo, recibir apoyo en los momentos que lo necesita, compartir experiencias, todo esto a su vez le ayuda a construir una imagen de sí mismo. La manera más adecuada y divertida de educar en emociones a un niño, es a través del juego, que les permite ir incorporando recursos adecuados que luego generaliza en su vida cotidiana.