La Semana Santa es toda ella un rito funerario expresado de formas distintas. Las diferencias entre una Semana Santa guatemalteca y otra española son un ejemplo de cómo, con la misma fe, se puede solemnizar y embellecer la muerte de forma tan diferente.
Nada cómo ver el incienso que marca la llegada del cortejo y las plegarias que se elevan al cielo. Como el sonido del tambor y resto de la marcha fúnebre que solemniza el misterio de morir y esperar en la vida eterna.
Contemplar una procesión en ciudad de Guatemala y otra en Antigua, es comprender la historia de sus gentes, su fe y esencia. Es ver al cucurucho cuidando el paso del anda por las bellas alfombras que exaltan con nobleza el valor de toda la ceremonia.
El aroma a corozo, flores y aserrín conecta los sentidos con la espiritualidad con la dulzura de recordar y pedir por aquellos que ya no están.
Son formas distintas de ver la vida y la muerte, es una manera de embellecer el rito de dormir al mundo y despertar a la vida eterna.
