Durante esta etapa, el doliente llega a comprender la realidad de la muerte y está consciente de que no se puede cambiar lo sucedido y que ese ser querido ya no se encuentra en este mundo.

Llegar a esta etapa no significa que la pérdida ya no duele, claramente la persona que ha partido nos ha dejado un gran vacío, sin embargo, durante esta etapa somos capaces de aceptar que esa persona se encuentra ahora en nuestros corazones y que tenemos que ser fuertes para retomar las riendas de nuestra vida.

Tristemente, vivir pérdidas es inevitable y es necesario informarnos sobre temas de duelo para de alguna forma lograr entender las fuertes emociones que se atraviesan durante estos momentos.

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