Nuestra madre es la primera figura en nuestras vidas. Aunque pasemos por diferentes etapas, siempre estará allí para apoyarnos pase lo que pase y nos querrá de forma incondicional.

El legado de una madre es asombroso. Ellas están llenas de títulos, son licenciadas en amor, enfermeras del alma capaces de curar las heridas con un beso, sanadoras del corazón y expertas en cariño. Ellas son nuestras niñeras, nuestras confesoras, nuestras maestras de vida, nuestras eternas acompañante

En definitiva, las madres son almas que siempre serán sinónimo de amor, de un amor más puro que nada en el mundo: el de una madre a sus hijos.

Sus enseñanzas brillan a través de sus ojos, unos ojos que nos han ofrecido el privilegio de ver cada día el reflejo de las batallas de la vida. Ellas saben a unos besos que siempre han sabido sellar con suavidad nuestros desvelos y preocupaciones.

Ellas son unas manos que se han pasado años forjando escudos para protegernos. Sus brazos son mucho más que el rincón en el que nos escondíamos de un mundo al que no queríamos rendir cuentas…

La verdad es que lo que se siente por una madre es algo que las palabras no alcanzan a describir. Podemos intentarlo, pero no seremos capaces de expresar todo lo que nos viene al corazón cuando pensamos en ellas. Se nos desborda el alma al sentir un amor tan inmenso.

CORTESÍA: Mejor con Salud

CategoryInspirando vidas

© 2019 Todos los derechos reservados Eternity

logo-footer